Una carpa frente al palacio, controversias del siglo xxi. El pueblo pide salarios dignos, los superiores miran desde las alturas, pispean el panorama desde sus ventanales barrocos. ¿No parece esta una figura de la edad media?
La situación pareciera no distinguirse de la de una monarquía absolutista: allá ellos, acá (abajo) nosotros. El pueblo trabajando para que unos pocos privilegiados recauden la ganancia; sin embargo, ya no nos encontramos en esta época, por eso mismo habría que preguntarse porque sigue vigente este régimen desigual. ¿Qué es lo que determina esta desigualdad en la sociedad? ¿Quién es la autoridad que designa a los nuevos privilegiados?Ya no hay sangre azul ni divina rondando por las calles; solo egoísmo, astucia y ambición con un solo objeto en mente: dinero.
La circunstancia no es totalmente comparable para suerte de todos, aunque parece difícil verlo a veces, los años han traído sus cambios. El hombre contra el hombre sigue siendo un enunciado vigente, lo que ha ido rotando son sus formas de dominación de mano de los cambios en los modos de producción. Cada gran cambio en la historia se ha dado mediante la autorreflexión y conciencia del hombre de su real situación, e inevitablemente la violencia ha sido el medio “natural” (en términos troskianos) que nos ha conducido a un nuevo estadio supuestamente más humano. El momento que hoy atravesamos tiene su particularidad: la libertad de expresión amparada por ley. Nuestra carpa blanca significa esto, nuestra necesidad y obligación moral de protestar por lo que es nuestro, por lo que merecemos, por lo que por ley tenemos derecho.
Seguramente nos encontramos al borde de otro gran escalón, el cambio se ve próximo. En el aire mismo se sienten las condiciones del colapso: contamos con un superávit record en el país y, a su vez, con un alto porcentaje de falencias en cuestiones de índole básicas. ¿Dónde se oculta está diferencia? ¿Quiénes son los que se están apoderando de la ganancia provocada por el pueblo en vez de volver a él?
La educación se revela contra esto, consiente de que el cambio esta en sus aulas, propone salir de la institución desvalorizada y desplazar sus bancos frente a ese palacio. No es casual enseñar justo en dirección a donde parecen haber olvido los valores, y los objetivos a cumplir que los posicionaron en ese lugar. El pueblo al parecer deberá inculcar al gobierno, ya que aparentemente el hombre al poder ha sido consumido por este. La sociedad desvirtuada encontrará su vuelta de tuerca en su gente misma.
Este 24 de mayo muchos docentes expresaron su emoción por la medida tomada y por la cantidad de alumnos presentes, pero también pudieron apreciar la poca repercusión que la misma causó en los medios y principalmente a quien iba dirigida, al gobierno mismo.¿Cuál será la nueva estrategia a seguir? Hay que bajar a los reyes de su balcón y convertirlos nuevamente en lo que fueron...o en todo caso en aquello que nunca fueron y hoy necesitamos...Por las buenas diría mi utópica ideología. Pero si así nada se logra, habrá que bajarlos literalmente y se abrirá pasó a una nueva etapa histórica (o una nueva revolución). No hay vuelta que darle, la gente se cansa, y yo hoy ya estoy lo suficientemente cansada. Bajemos a los reyes de su balcón, no quiero ver más esas clásicas sonrisas prometedoras, simuladas, hechas en algún alto piso de un consultorio odontológico en recolecta.
Señores reyes: queremos acción y no más teatros. Yo bien lo dije, estamos cansados, y la barbarie, siempre latente, puede resurgir de entre nosotros.