De chica pensaba que el malestar social era producto de algo tan simple como la incapacidad de quienes nos gobernaban. Cuánta inocencia; no era capaz de relacionar los sucesos a malas intensiones de ciertas personas al poder. Años tardé en comprender que las famosas políticas neoliberales fallaron porque esa misma era su razón de ser; su objeto nunca había sido el progreso sino asegurar el empobrecimiento y la dependencia de los países periféricos. Pintadas callejeras en Ecuador bien reflejaban esto: “Si las políticas neoliberales curan, ¿por qué Argentina tiene hambre?”
Los procesos pasan y el panorama no se aclara. Si los años implicaran la inevitable evolución, Argentina sería la excepción. Entre tantos casos de impunidad, hoy llevo a discusión el caso del maestro Fuentealba asesinado el 4 de abril del 2007 por un miembro de la policía provincial. No por azar, como verán, sino porque el jueves pasado se cumplieron 6 meses de este caso de represión que terminó en tragedia.
Cerca del mediodía una gran concentración de personas se encontraba en las afueras del Congreso de la Nación. Las agrupaciones de izquierda de siempre mostrando su firme apoyo, delegados de Ctera de todo el país, algunos curiosos que pasaban, y demasiados pocos no militantes preocupados por la causa.
Los hechos: un corte de ruta por parte de maestros neuquinos en reclamo de un aumento salarial, represión de la policía, un maestro muerto. Desde lo legal vemos dos causas judiciales: una al autor material el Cabo Poblete, otra por responsabilidad política. Poco se ha avanzado en esta última; Sobisch no ha sido siquiera llamado a declarar. Se definió como responsable pero afirmó que estas son cosas que le pueden pasar a cualquier dirigente político. Suerte la nuestra de tener gente con estos estúpidos y fríos razonamientos en los cargos de poder.
Escuché hace tiempo a un chileno decir: “En Argentina, nada es imposible”. Recordé ese enunciado mientras escuchaba a las diferentes personas que tomaban la palabra. Aparentemente cada vez hay menos dudas de lo que este extranjero predicaba. Hay un maestro muerto por un policía, un gobernador responsable candidato a presidente.
El asesinato de Fuentealba fue una muerte anunciada, una de las tantas como consecuencia de nuestro presente. No es un simple accidente, ni un impulso individual desbordado. Mientras quiénes estén al poder sigan priorizando las desigualdades sociales, las contradiciones seguirán teniendo lugar. Cada vez que respondan con violencia, el pueblo gritará. ¿Pero hasta cuando?...mil veces me interrogo hasta cuando... La forma de actuar no es clara, pero mientras titubeamos intentando que todo cierre los procesos nos pasan por encima. Nos van eliminado, nos van callando, cada vez de forma más enmascarada.
Palabras revolucionarias resonaron por toda la avenida esa tarde: “La lucha por la distribución de la riqueza implica conflicto social”. Hay mucha gente que sufre de desinterés por estos hechos, pero también somos muchos los que pensamos en qué vuelta de tuerca darle. Las ideas no se fusilan, reclamamos un cambio. Tal vez todo pueda empezar aquí. En Argentina, nada es imposible
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