jueves, 31 de mayo de 2007

Viaje en tren


Hoy llegué a la estación y curiosamente noté que el andén se encontraba lleno de gente. Esta escena no me era desconocida ya que a menudo suele suceder que el tren está DEMORADO. Dejé pasar el primero que vino porque era imposible subir, así como yo, otros tantos. A los cinco minutos arribó el segundo al que sí subí, esta vez con la esperanza de ir apretujada pero en el centro del vagón, ya que viajar cerca de las puertas cuando sucede esto es “terrible”: te empujan, te apoyan, te aprietan tanto que descubrís que tenés una capacidad pulmonar tremenda, etc.; eso sí, no te caes ni aunque te desmayes. Una caja de alfileres tiene mas espacio que el tren. Estación Adrogué, comienzan los altercados entre la gente que quiere bajar y la que sube, el malestar comienza a hacerse más visible, la tensión aumenta y cuando crees que ya nadie va a subir, te das cuenta de que aún hay espacio y si no lo hay se inventa. La amortiguación del tren comienza a mostrar cierta resistencia al gran peso que ocasionamos en conjunto.
Años atrás ni de casualidad hubiese imaginado que podría vivir esta situación; ¡¿yo?! que detesto el amontonamiento, que me falta el aire si no tengo mi espacio, que no soporto los olores porque me causan náuseas, que no soporto el encierro, experimento todas esas sensaciones cuando viajo, qué patético, “doña libertad” oprimida hasta mas no poder (jajaja).Retomando lo del tren, es inconcebible que hayamos llegado a este punto, decenas y decenas de trabajadores y estudiantes viajando como animales, y me detengo a explicar esta analogía; los animales son transportados en camiones, los cuales tienen un cupo, es decir, si su capacidad es de cincuenta no tiene ni debe transportar cincuenta y uno o cien.
Hoy, es un día nublado, gris como otros tantos. Ya de regreso, casi puedo sentir el agotamiento que se expresa en la mirada de la gente, qué estarán pensando no lo sé, hay miradas que vuelven a mí, quizás notando que estoy escribiendo acerca de ellos, y claro, no es normal, los estoy viendo como un científico mira a un especimen, son mi objeto en mi texto, son los actores de el. Un hombre trata de abordar el tren cuando las puertas se cerraban ¿por qué?, tal vez el servicio esté demorado y no quiera esperar otro, o tal vez esté ansioso por llegar a su casa, quizás a encontrarse con su familia o implemente a descansar en su cama. De pronto un vendedor ambulante provoca el fastidio de algunos obreros, ya que el sonido de la música que ofrece es bastante elevado, a media que el vendedor se aleja la monotonía se vuelve a apropiar de ellos, vuelven a alienarse, están ensimismados, ya no son ellos, son zombis, un despojo de la sociedad.
Raquel Ramoa

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