jueves, 7 de junio de 2007

Guerra: ¿hay límites?

La guerra es la máxima expresión de las “aterradoras profundidades de la corruptibilidad humana”[1]. Siempre que sucede, surgen interrogantes acerca de cuáles son los límites y qué papel juega la moral de cada individuo.
La propia conciencia de libertad que tiene el ser humano determina que sus actos sean susceptibles de recibir una calificación moral, es decir, que puedan ser juzgados como buenos o malos[2]. No obstante, subjetiva y variable la conciencia que cada uno tiene del bien y del mal no basta para justificar la trasgresión de la norma. Lo que se necesita es una idea, un objetivo, un fin. Una idea bien enarbolada basta para que se perpetren los actos más funestos de la historia de la humanidad. Cómo es posible que se consensuen las acciones cuyo fin último sea la destrucción de personas para el “bienestar” de la población.
Formidables guerreros en jeeps se aprontan para generar dolor, sufrimiento, martirio y lágrimas; el incesante ataque es una herida que se abre todos los días. Miles y miles mueren cotidianamente, física y psicológicamente, de ambos lados de la línea de fuego. Cómo convivir con un infierno semejante, cómo permanecer indiferentes a tales atrocidades, cómo ser partícipe de ellas. Es muy simple, sólo se necesita una idea, aquella por la cual estar dispuesto a dar la vida y a generar el más cruel genocidio, porque las guerras son eso, genocidios planeados por quienes desean perpetuarse en el poder. Por ejemplo, la guerra de Malvinas, fue absoluta y totalmente un genocidio, se le hizo creer a la gente que se debía luchar por la patria, se la embaucó, se la persuadió a través de lo único que podía reivindicar el pueblo argentino: su moral, el patriotismo. Los pequeños que fueron convocados para realizar la dura tarea de defender lo que le pertenecía al país, no tenían ni la menor idea del panorama real con que se iban a enfrentar. Recordemos que violencia, también es mentir. En este caso la moral de las personas estaba profundamente arraigada con el sentimiento patriótico. Distinta debió ser la moral de quienes urdieron tal plan; entonces cabe plantearse la pregunta acerca de si los militares tienen o no moral. Pues, personalmente, considero que tienen una moral, pero que está sepultada bajo los principios de la ambición, el egoísmo, y la desnaturalización de su condición humana, es decir, su auto consideración como todopoderosos, esa avidez los coloca como altísimos. Esta es la base de que los individuos se conviertan en depredadores de sus pares. No hay límites si la codicia está detrás de una idea.
Raquel Ramoa.

[1]"Conrad, Joseph," Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2000. © 1993-1999 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

[2]"Conciencia moral," Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2000. © 1993-1999 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

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