sábado, 9 de junio de 2007

"La locura, en tiempos de guerra, se comporta como una realidad paralela a la propia realidad"

Durante tiempos de guerra, la realidad del mundo se torna insoportable e hiriente. La guerra es la peor manifestación de la raza humana, caracterizada por los “valores” despreciables y por la supervivencia del más apto. En ella, el infierno se convierte en palpable y todo el entorno parecería estar corriendo una suerte de maratón hacia la destrucción. La vida se desvanece ante los ojos y la muerte es fiel amiga de ella, en esta inservible escena caricaturesca del hombre “salvaje” en busca de alimento a través del asesinato. En la guerra, lo confuso envuelve las vidas de los involucrados en ella, no solo la de los propios soldados sino también, y principalmente, la de los civiles quienes lo único que reclaman es paz.
Frente a esta situación, la salida más fugaz es la locura, la cual se comporta como una realidad paralela a la verdadera realidad. Ésta, invade a todos los seres humanos inmersos en este caos y presenta una salida de la realidad consciente, transformándola en imperceptible, y construyendo un mundo paralelo con sus reglas, sus valores, sus personajes y sus sentimientos. Este provoca en el sujeto tranquilidad y sentimiento de pertenencia y se mueve según los parámetros racionales de la persona. En dicho lugar, creado por la imaginación y la represión se sienten a gusto y satisfechos. La represión de esa verdad que se quiere evitar expulsándola al inconsciente. Pero si se niega esa realidad inaceptable y se crea esta otra, entonces: ¿cuál es la verdadera realidad? Porque según la ciencia, lo verosímil es lo que se puede ver, palpar y percibir y en la locura todo esto es característico. Por ende es verdadero, es decir ese mundo creado es pura realidad.
La locura en la guerra pasa a primer plano dejando a sus amos en segundo. Esta cuestión queda demostrada en la novela de Joseph Conrad, “el corazón de las tinieblas”; y en la película de Francis Ford Coppola, “Apocalipsis now”. En ellas, la locura penetra cada alma involucrada en la cuestión, como es el caso de los soldados que creen estar viviendo una aventura más divertida que Disney Word. Sus sentidos de percepción de la realidad se hayan obnubilados por esa locura. La percepción es distinta a la de un ser humano que se encuentran en paz. Sienten estar viviendo un juego con: enemigos, héroes y villanos. Paralelamente, Kurtz se vuelca a la locura al haber realizado una introspección y hallar en su corazón la verdad de sus actos. Por ello, ante las atrocidades de estos hechos, ante lo insoportable de estos sucesos la salida más rápida y eficaz es la locura.
En la guerra es inaudito juzgar porque la locura se encuentra al acecho y en cada rincón, dicho vulgarmente: “el muerto se ríe del degollado”.
Conjuntamente, este conflicto presente en la guerra se encuentra en el interior de cada ser, purgando por salir. Hay un conflicto dentro de cada uno y con el exterior, de lo razonable y lo no razonable, entre sentir y obedecer, entre mente y corazón.
La locura se haya de manera pasiva en cada individuo, que ante un suceso excepcional, terrible, imposible de sobrellevar sale a la luz en cualquiera de sus diversas manifestaciones. Esto se debe a que el espíritu humano es demasiado débil, que el estar cara a cara con lo inaceptado y doloroso lo llevaría trágicamente a la muerte. Por ello, se canaliza esa dura tragedia en la locura, a través de la represión de la realidad y se crea un mundo paralelo, ya que el ser humano no está preparado para enfrentar la dramática realidad que el propio humano le tiene preparada: “la guerra”.

1 comentario:

vladimir dijo...

Alienación pura. Una inyección de irrealidad con la que escaparle al ave rapaz: el ser tiende a perseverar en su ser. Bellísimo.